Insomnio, dolor de cabeza, mareos… El mal olor industrial, dependiendo de su frecuencia e intensidad, puede desencadenar diversos trastornos relacionados con la salud. La contaminación por malos olores es, de hecho, un motivo de queja habitual entre la gente que vive cerca de zonas fabriles.
Al fin y al cabo, el olfato es uno de los sentidos más sensibles y nos ayuda a detectar sustancias tóxicas o molestas que en muchas ocasiones se caracterizan por un olor molesto.
Ahora bien, ¿cómo se puede conciliar el bienestar de los vecinos con el mantenimiento de actividades industriales que liberan malos olores?
Sigue leyendo porque tenemos una solución para medir y controlar que esta contaminación invisible deje de ser motivo de discordia.
¿Qué es la contaminación odorífera?
La calidad del aire que respiramos es un bien precioso que, a menudo, se da por sentado. Sin embargo, en el ámbito industrial, la presencia de malos olores puede ser un indicador de una problemática más profunda: la contaminación odorífera. Este fenómeno, aunque menos visible que otros tipos de contaminación, tiene implicaciones negativas significativas para nuestra salud y bienestar.
La contaminación odorífera es un fenómeno que afecta tanto a la calidad del aire como a la salud pública; cuyo origen son aquellas actividades que liberan moléculas volátiles al ambiente. Estos compuestos, aunque no sean tóxicos por sí mismos, pueden causar malestar y alteraciones psicológicas. Nuestro sentido del olfato, altamente sensible, detecta estas moléculas, alertándonos sobre la presencia de sustancias potencialmente dañinas.
Los compuestos responsables incluyen sulfuros, amoniaco y ésteres, entre otros. No solo afecta la calidad del aire, sino que también puede tener efectos adversos en la salud humana- Son causa de enfermedades respiratorias y otros problemas de salud como insomnio, irritabilidad, dolor de cabeza, y reacciones como pérdida de concentración y cambios en la respiración. Esto ocurre porque las sustancias odoríferas afectan la mucosa nasal y la función respiratoria, aumentando el estrés y alterando el flujo sanguíneo que llega a los pulmones.
Para mitigar estos efectos, es crucial implementar soluciones efectivas que no solo neutralicen los olores, sino que también permitan identificar la fuente de la contaminación. La biorremediación (proceso biotecnológico que utiliza microorganismos, hongos, plantas o las enzimas derivadas de ellos para recuperar un medioambiente alterado), monitorizar el aire industrial y su entorno para medir y controlar a tiempo las moléculas contaminantes. y el uso de inhibidores de olores son técnicas valiosas que pueden ayudar a neutralizar los malos olores y abordar la fuente de la contaminación. Además, es importante que las regulaciones estrictas y las prácticas sostenibles sean parte integral de la estrategia local, regional y nacional para mejorar la calidad ambiental y proteger la salud pública.
¿Qué sustancias químicas provocan los malos olores?
La contaminación odorífera es un fenómeno que afecta tanto a las personas como al medioambiente y se debe a la liberación de minúsculas moléculas odoríferas que no son vistas a simple vista, pero que tienen un impacto tangible en nuestra vida diaria y en los ecosistemas de nuestro planeta. Tanto la industria, como la agricultura y las actividades humanas cotidianas están detrás de la contaminación por malos olores.
A continuación, profundizamos en las sustancias químicas responsables de esta problemática y su influencia en nuestra salud y en el equilibrio ecológico.
Sulfuro de hidrógeno
Es conocido por su olor fuerte y penetrante, similar a huevos podridos. El sulfuro de hidrógeno (H₂S) es un gas incoloro que se encuentra comúnmente en los desechos animales y en muchos productos de limpieza. Además, es un subproducto originado en varios procesos industriales, lo que contribuye a incrementar su presencia en el ambiente. La exposición al H2S puede causar irritación en los ojos, la nariz y la garganta, y, en concentraciones más altas, puede ser tóxico para el sistema nervioso. Además, su liberación al medioambiente puede contribuir a la acidificación del suelo y del agua, afectando negativamente a la flora y fauna locales.
Amoniaco
El amoniaco (NH₃), conocido por su olor fuerte y penetrante, se encuentra comúnmente en los desechos animales y en muchos productos de limpieza. A su vez es un subproducto de varios procesos industriales. La inhalación de amoniaco puede causar problemas respiratorios, irritación en los ojos y la piel, y en casos severos, daño pulmonar. El amoniaco contribuye a la eutrofización de los cuerpos de agua, promoviendo el crecimiento excesivo de algas que agotan el oxígeno, impiden la entrada de luz en la masa de agua y dañan la biodiversidad de los ecosistemas acuáticos.
Ácidos grasos volátiles
Estos ácidos, como el ácido butírico, también son responsables de malos olores. Estos ácidos tienen un olor rancio y se generan durante la descomposición de grasas y aceites, así como en procesos de fermentación. La exposición a estos ácidos puede causar irritación en la piel y mucosas. Estos ácidos pueden contribuir a la contaminación del aire y del agua, afectando negativamente a los organismos acuáticos y terrestres.
Aldehídos y cetonas
Los compuestos orgánicos volátiles (COV) son una mezcla diversa de sustancias químicas que pueden tener olores variados, desde dulces hasta rancios. Estos compuestos se liberan durante la descomposición de materia orgánica y en diversos procesos industriales. Por ejemplo, el formaldehído (CH₂O) es un COV con un olor penetrante que se encuentra en productos como pinturas y materiales de construcción. La exposición a aldehídos y cetonas puede causar irritación en los ojos, la nariz y la garganta, y en algunos casos, efectos tóxicos en el sistema nervioso. Además, pueden contribuir a la formación de ozono troposférico (O3), un contaminante que afecta a la salud humana y los ecosistemas.
Estas sustancias químicas se encuentran frecuentemente en lugares como vertederos, plantas de tratamiento de aguas residuales, industrias alimentarias y zonas con intensa actividad agrícola. Cada una de ellas desempeña un papel importante en la generación de malos olores, los cuales pueden impactar negativamente nuestra calidad de vida y el equilibrio del medioambiente.
¿Cómo se mide el mal olor industrial?
La contaminación por mal olor de origen industrial surge, básicamente, por la presencia de sustancias químicas volátiles transportadas y diluidas en el aire.
La evaluación de los olores desagradables emitidos por las industrias es un tema de gran relevancia, ya que estos pueden tener un impacto significativo en la calidad del aire y en la salud pública. Para abordar este problema, se han desarrollado varios métodos y sistemas que permiten medir y controlar los olores de manera efectiva.
Cromatografía de gases combinada con olfatometría
Es una de las metodologías más utilizadas ya que aprovecha tanto la precisión de la tecnología como el discernimiento humano para establecer una relación entre los compuestos detectados y la intensidad del olor.
Olfatometría dinámica
Este método utiliza un panel de personas seleccionadas, conocido como panel olfativo, que olfatea muestras de aire para determinar la concentración de olor. La concentración se mide en unidades de olor europeas por metro cúbico (ouE/m³), siguiendo la norma UNE-EN 13725:2022. Este método es ampliamente utilizado debido a su precisión y fiabilidad.
Narices electrónicas
Es otro avance tecnológico en la medición de olores e imitan el sentido del olfato humano y pueden monitorizar los olores de forma continua. Las narices electrónicas son especialmente útiles para detectar y analizar olores en tiempo real, lo que permite una respuesta rápida ante cualquier problema de contaminación.
El análisis químico es otra técnica fundamental en la medición de malos olores. Utilizando cromatografía de gases y espectrometría de masas (GC/MS), es posible identificar y cuantificar los compuestos químicos responsables de los olores desagradables. Además, se emplean analizadores específicos para gases como el sulfuro de hidrógeno (H₂S) y el amoníaco (NH₃), que son comunes en muchas fuentes de malos olores. Este método es el que ofrecen algunas estaciones de calidad del aire basadas en sensores electroquímicos como el Kunak AIR Pro y el Kunak AIR Lite.
Técnicas químicas húmedas
Estas técnicas también juegan un papel importante en la medición de olores ya que se utilizan para medir compuestos específicos, como los mercaptanos, que son conocidos por su fuerte olor. Los resultados obtenidos mediante estas técnicas son esenciales para comprender la composición química de los olores y su impacto en el medioambiente.
Tubos indicadores
Son dispositivos portátiles que permiten medir la concentración de ciertos gases en el aire mediante un cambio de color en el tubo. Estos tubos son fáciles de usar y proporcionan resultados rápidos, lo que los convierte en una herramienta valiosa para la monitorización de olores en campo.
En resumen, la combinación de estos métodos y tecnologías permite una evaluación precisa y continua de la contaminación por malos olores, ayudando a mitigar su impacto en el medioambiente y la calidad de vida de las personas.
Es crucial considerar aspectos como la naturaleza del olor (simple o complejo), el umbral mínimo para su detección por parte del ser humano, y los niveles de exposición que pueden causar molestias. Estas herramientas son fundamentales para monitorear y mitigar la contaminación por malos olores, asegurando así un ambiente más saludable y agradable para las comunidades afectadas por las emisiones industriales.
La mera presencia de los diferentes compuestos químicos no lleva implícita la consideración de un olor como agradable o desagradable, ya que se trata de una calificación que no deja de ser subjetiva. En esta caracterización también son relevantes otros factores más o menos mensurables relacionados con los olores tales como:
- Si se trata de un olor simple o compuesto.
- Cantidad de olor, definida como la intensidad de un olor simple o compuesto para ser percibido.
- Concentración de olor mínima necesaria para ser detectada.
- Umbral de percepción de un compuesto que puede ser detectado por el olfato.
- Umbral de exposición, que relaciona la concentración y el tiempo de exposición con la aparición de molestias.
- Valor límite de exposición a corto término (VLE), establecido en 15 minutos.
- Valor límite de exposición media (VME) para una duración de 8 horas.
- Unidad de olor europea, que se define como la cantidad de sustancias odoríferas que, cuando se evaporan en 1 m3 de un gas neutro en condiciones normales, originan una respuesta fisiológica. Un concepto para el que Kunak está capacitándose con la finalidad de ofrecer unidades de olor en un futuro próximo.
Respuesta humana a concentraciones crecientes de H2S.
Fuente: Guía técnica para la gestión de las emisiones odoríferas generadas por las explotaciones ganaderas intensivas
¿Qué actividades industriales son potencialmente generadoras de contaminación odorífera?
La contaminación odorífera es un tipo de contaminación atmosférica que, aunque invisible, tiene un impacto significativo en la calidad de vida y el bienestar ambiental. Esta forma de contaminación proviene de diversas actividades industriales que liberan compuestos volátiles y malolientes al aire, afectando no solo el aire que respiramos sino también la percepción de limpieza y habitabilidad de nuestras ciudades. Las industrias con más posibilidad de generar mal olor son:
Industria agroalimentaria
Incluye mataderos, empresas azucareras y producción de cerveza. Estas actividades liberan compuestos orgánicos volátiles y azufrados que resultan en olores desagradables.
Industria química
Refinerías y plantas de producción de amoniaco y fertilizantes son conocidas por emitir compuestos de nitrógeno como el amoniaco y aminas, que contribuyen a la contaminación odorífera.
Industria del papel
El proceso de fabricación del papel puede generar compuestos sulfurados, especialmente durante la cocción de la pulpa de madera.
Industria textil y de calzado
Estas industrias utilizan solventes y adhesivos que pueden emitir compuestos orgánicos volátiles con olores fuertes y persistentes.
Explotaciones ganaderas
Los purines y estiércoles, así como los restos de despojos y animales muertos, generan una alta carga de compuestos orgánicos que se traducen en malos olores.
Estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR)
El tratamiento de aguas residuales puede liberar gases como el sulfuro de hidrógeno, que tiene un olor característico a huevo podrido.
Instalaciones de compostaje
En estas instalaciones de reutilización, el control de olores es particularmente importante debido a la naturaleza gaseosa del proceso y su notable potencial para generar malos olores. Las estrategias para mitigar estos problemas incluyen el uso de biofiltros, sistemas de humidificación y técnicas de manejo adecuado del compost. Al asegurar que el compost se mantenga en condiciones óptimas, se reduce significativamente la emisión de olores desagradables.
La medición y el control de estos olores no solo es esencial para la comodidad y salud de las comunidades cercanas, sino también para la preservación del equilibrio ambiental. La implementación de técnicas efectivas para la remoción de olores y la monitorización continua del impacto ambiental son pasos cruciales para asegurar un futuro más limpio y sostenible. La legislación y las políticas públicas deben poner énfasis en la regulación de estas emisiones, promoviendo así un entorno más saludable para todos.
La contaminación odorífera es un problema ambiental en el que la medición del impacto ambiental de estas actividades industriales es fundamental para desarrollar estrategias de mitigación y concienciar sobre la importancia de un aire limpio y libre de contaminantes olorosos.
¿Qué problemas conlleva la contaminación odorífera?
La contaminación odorífera es un fenómeno que afecta múltiples aspectos de nuestra vida cotidiana, desde la salud de las personas hasta el funcionamiento de las industrias. Existen varios problemas asociados con esta forma de contaminación ambiental:
Salud pública
La exposición a olores desagradables puede provocar una serie de problemas de salud en los seres humanos. Los compuestos químicos volátiles que causan estos olores pueden irritar los conductos respiratorios, causando tos, estornudos y dificultad para respirar. A largo plazo, la contaminación odorífera puede contribuir al desarrollo de enfermedades respiratorias crónicas y aumentar el riesgo de asma y otras afecciones pulmonares.
Impacto ambiental
Los malos olores no solo son molestos para los humanos, sino que también pueden tener efectos negativos en la vida silvestre. Los animales dependen del olfato para encontrar comida, evitar depredadores y comunicarse entre sí. La contaminación odorífera puede alterar estos comportamientos naturales, afectando la supervivencia y reproducción de las especies.
Desarrollo laboral
En el ámbito laboral, la presencia de malos olores puede disminuir la productividad y el bienestar de los trabajadores. Un ambiente laboral con olores desagradables puede llevar a una mayor tasa de absentismo y rotación de personal, lo que afecta directamente el rendimiento y la eficiencia de las empresas.
Estrés en las industrias
Las industrias que generan olores desagradables enfrentan desafíos significativos para mantener una buena relación con la comunidad circundante. La presión social para reducir la contaminación odorífera puede resultar en costos adicionales para implementar tecnologías de control de olores y mantener la conformidad con las regulaciones ambientales.
Percepción del olor
La percepción del olor es subjetiva y varía entre individuos. Lo que puede ser tolerable para una persona puede ser inaceptable para otra. Esto complica la medición y el control de la contaminación odorífera, ya que no existe un umbral universalmente aceptado para determinar lo que constituye un olor desagradable.
Contaminación odorífera
La contaminación odorífera es un problema complejo que requiere una gestión integral. Involucra no solo la detección y monitoreo de los olores, sino también la implementación de soluciones efectivas para su reducción o eliminación. Es esencial desarrollar estrategias sostenibles que protejan tanto a las personas como al medioambiente del impacto negativo de los malos olores.
Cada uno de estos problemas requiere atención y acción por parte de individuos, comunidades y gobiernos para mitigar los efectos negativos de los malos olores y promover un ambiente más saludable y agradable para todos.
Monitorización de la contaminación odorífera
La monitorización de la contaminación olfativa es esencial para la valoración y gestión de los malos olores en nuestro entorno. Este proceso se centra en la identificación y medición de sustancias químicas volátiles que influyen en nuestra capacidad de oler. Se emplean diversas técnicas, desde análisis científicos hasta herramientas tecnológicas, en algunos casos complementadas con la percepción humana, para juzgar la intensidad y el carácter del olor.
La relevancia de esta práctica radica en su potencial para localizar las fuentes contaminantes, evaluar su efecto sobre la calidad del aire y la salud colectiva, y diseñar medidas preventivas eficaces. Los datos obtenidos son cruciales para informar a las autoridades y a la sociedad sobre los niveles de contaminación olfativa, permitiendo tomar decisiones informadas.
Por otro lado, esta monitorización resulta esencial para que las industrias y los gobiernos se adhieran a las normativas ambientales vigentes, evitando así sanciones por incumplimientos. Además, fomenta una mejor convivencia entre las empresas y las comunidades afectadas, contribuyendo a un desarrollo más saludable y sostenible.
Medición de olores con sensores de calidad del aire
Las estaciones de calidad del aire basadas en sensores destacan en el campo de la monitorización ambiental como soluciones innovadoras y confiables. Su tecnología avanzada permite la detección precisa y en tiempo real de los contaminantes más relevantes, asegurando que los datos recopilados sean de la máxima fiabilidad. Esto es fundamental para tomar decisiones estratégicas que contribuyan a la mejora continua de la calidad del aire.
Además, en Kunak estamos especializados en el manejo de emisiones industriales y malos olores, proporcionando sistemas que no solo identifican las fuentes principales de gases y partículas sino que también son capaces de detectar emisiones fugitivas. La experiencia acumulada y la tecnología patentada de cartuchos inteligentes de Kunak nos ha posicionado en un lugar destacado en el mercado global, siendo reconocidos por la precisión y eficacia de nuestra tecnología. Entre las soluciones se encuentran el Kunak Air Pro y el Kunak Air Lite.
Estas características hacen que las soluciones de Kunak sean una opción ideal para aquellos interesados en medir los olores de forma fiable ofreciendo información de alto valor que permita tomar decisiones informadas y así proteger el medioambiente y promover prácticas sostenibles. El compromiso con la calidad y la innovación permite ofrecer soluciones que no solo cumplen con los estándares actuales sino que también anticipan las necesidades futuras del sector.
La información recopilada por los sensores es valiosa, pero su verdadero potencial se despliega cuando se procesa y se comprende adecuadamente. Es donde entra en juego el Kunak AIR Cloud, una plataforma que transforma los datos brutos en información accionable. Con herramientas avanzadas de análisis y visualización, Kunak Air Cloud permite a los usuarios entender mejor las tendencias y patrones de calidad del aire, facilitando así la toma de decisiones basadas en datos. Esta integración de tecnología y conocimiento es lo que hace a Kunak una opción líder en el campo de la calidad del aire.
Sistemas de control de olores en la ciudad de Des Moines, Iowa
Un ejemplo claro del uso de sensores para medir episodios de contaminación por malos olores y cómo estos han servido para identificar las fuentes generadoras es el de la ciudad de Des Moines en Iowa, EE. UU.
La ciudad de Des Moines está utilizando la tecnología de detección y monitoreo de olores Kunak AIR Pro de la mano de Envirosuite para abordar los problemas de olores de la ciudad. Para ello, han instalado 10 monitores de olores y una estación meteorológica en el Centro de Servicios Municipales 2. Estos dispositivos proporcionan datos en tiempo real sobre compuestos químicos y permiten modelar las plumas de olor. Durante seis meses, el equipo de Inspecciones de Vecindarios recopilará y analizará datos para actualizar la política de control de olores de la ciudad y establecer umbrales aceptables.
Esta tecnología permite medir niveles de compuestos químicos como sulfuro de hidrógeno, amoniaco y compuestos orgánicos volátiles y, gracias a los anemómetros que incorporan, permiten a los responsables identificar la fuente probable de emisión y seguir el recorrido de las plumas de olor.
Regulación de la contaminación ambiental por malos olores
En primer lugar, más allá de las operaciones de vigilancia y control que puedan imponer las licencias ambientales particulares o las normativas vigentes relacionadas con la calidad del aire o la prevención y control de la contaminación, países como España, carecen de leyes específicas que traten la problemática de las emisiones de olor.
No obstante, la falta de legislación no es excusa para no acometer la adopción de medidas orientadas a minimizar los problemas ambientales. Al fin y al cabo, que una empresa sea motivo de conflicto constante no es la mejor carta de presentación. De esta manera, la contaminación por malos olores es una situación en la que las empresas deben tomar la iniciativa para implementar medidas preventivas y controladoras.
En este sentido, existen guías que se emplean como referencia para la adopción de medidas orientadas a reducir los problemas del mal olor industrial, además de las experiencias de países y regiones que están trabajando en su normalización, como pueden ser Chile y Cataluña.
La monitorización ambiental es un componente clave en la gestión de los olores. A través de sistemas avanzados como las estaciones de calidad del aire de Kunak, las empresas pueden realizar un seguimiento continuo de las emisiones de olor, lo que permite una respuesta rápida y efectiva ante cualquier episodio inesperado de contaminación por malos olores. Este tipo de tecnología no solo ayuda a mantener los niveles de olor dentro de los límites aceptables, sino que también proporciona datos valiosos para el análisis y mejora continua de los procesos.
El mal olor industrial es, en resumen, una cuestión que puede originar problemas de convivencia entre las empresas y los habitantes a su alrededor. Su regulación sigue siendo una de las grandes olvidadas en muchas legislaciones, pero parece que la Administración avanza para solventar esta atípica situación. Para ello, medidas como la monitorización del mal olor en depuradoras de aguas residuales o procedente de la industria papelera es una medida que está contribuyendo a allanar el camino.
“Un componente principal de la regulación es la monitorización, ya que sólo a través de la medición continua somos capaces de ver el volumen de las emisiones antes de la introducción de las restricciones y utilizar las lecturas pasadas como un criterio para el rendimiento futuro” (Envirotech Online, 19/01/2022).
Es esencial que las empresas involucradas en procesos que pueden generar malos olores adopten una postura proactiva en cuanto a la regulación ambiental. No solo es una responsabilidad ética, sino que también puede evitar conflictos con la comunidad y mejorar la imagen pública de la empresa.
La adopción de prácticas sostenibles y responsables es un paso hacia una sociedad más consciente y respetuosa con las personas y el medioambiente.
Fuentes
Gavilánez, N.M., & Rodrigo, J. (2019). Evaluación de la eficiencia de estabilización de los lodos obtenidos a partir de la operación del sistema de Tratamiento Primario Químicamente Mejorado (CEPT), mediante la aplicación del método de digestión anaeróbica.
Yanchaliquín, Y., & Hernán, L. (2018). Diseño de un plan de administración ambiental para el centro de acopio y enfriamiento de leche en Hualcanga San José
Roca, B.C. (2017). Application of iron-based nanostructures to contaminant remediation.